CAMPEONES DE LA FE
Después de cuatro Juegos Olímpicos, el neozelandés Nick Willis regresó por el quinto. «No lo digo para alardear o presumir, pero simplemente me asombra ser capaz de hacer una carrera de dos horas y terminar sintiendo que fue un trote de diez minutos. Estar así de en forma es una experiencia única que pocos en el mundo pueden entender», tuiteó en 2019. «A veces quiero retirarme, pero Dios me ha dado este don, ¡así que correré y correré!».
Y vaya que ha corrido! Willis ganó dos veces medallas olímpicas para Nueva Zelanda en carreras de 1500 m: medalla de plata en 2008 en Beijing y de bronce en 2016 en Río. A pesar de representar a un país de Oceanía, Willis vive al otro lado del mundo desde que se mudó para asistir a la Universidad de Michigan. Fue allí donde, alentado por su hermano, se involucró en la organización Atletas en Acción [Athletes in Action] y se reencontró con la fe de su infancia, lo cual lo ayudó a sobrellevar la tristeza que todavía sentía por haber perdido a su madre a temprana edad. «Algo comenzó a tocar mi corazón, y me decía que mi mamá estaba mirando mi vida desde el cielo. Traté de combatirlo con más bebidas alcohólicas y noches de fiesta, pero el llamado en mi corazón se hizo cada vez más fuerte», escribió. «Llegó un momento en que ya no era posible negarlo. Sabía que Dios me estaba buscando, y que lo había estado haciendo por muchos años. Finalmente, decidí dejar de huir de Él».
Willis ha convertido su atletismo en casi una forma de adoración, como sugiere una conversación que relató en un tuit hace varios años:
—Papá, ¿por qué siempre corres?
—Porque le agradezco a Dios por darme piernas veloces.
—¿Sientes su poder en tus piernas cuando corres?
—Supongo que sí, ¡sí!
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