¿QUÉ SE HIZO...?
Nada se sabe sobre Víctor Valdés. En 2018 se vistió por primera vez de entrenador en un viaje que duró tres años y que acabó de manera inesperada. Desde entonces, la tierra parece habérselo tragado: "No le llegan los mensajes, se desinstaló WhatsApp". Ni los futbolistas a los que ha entrenado y con los que conservaba algo de relación saben dónde está. Tampoco qué hace, a qué se dedica o en qué emplea su tiempo libre. Este es, a través de más de quince testimonios, el relato sobre cómo una carrera en los banquillos que parecía prometedora se diluyó en cuestión de seis meses.
En el Juvenil A de la Escuela Deportiva Moratalaz (temporada 2018/19), los resultados fueron sobresalientes. Ascenso a falta de seis jornadas y consecución de la liga a falta de cuatro. El reflejo de su pasión, entrega y dedicación. Aunque si algo destacan en las categorías inferiores de los banquillos que vivieron su primera vez es su generosidad: "Su sueldo lo repartía entre los que formábamos parte del cuerpo técnico. A los chicos les llenaba el vestuario de bebidas isotónicas compradas por él antes de los partidos, a algún jugador que venía con las botas rotas le compraba unas nuevas y a los lesionados les ofrecía ir a clínicas especializadas para su recuperación. Todo costeado por él".
Valdés custodió la portería del Barça durante 12 años, más de una década, y se convirtió en ídolo y referente para muchos canteranos. Después de probar suerte lejos de la Ciudad Condal, volvió a casa en 2019, también al Juvenil A, como aquel adolescente que regresa de su Erasmus más maduro, más hecho. Por delante, la siempre difícil tarea de inculcar a los más jóvenes los valores del club y, al mismo tiempo, un gen competitivo que les preparase para la élite. "Que Víctor Valdés te dijera qué era lo que hacías bien o mal te generaba una sensación de satisfacción increíble", asegura Arnau Solà, canterano culé y lateral izquierdo del Real Murcia.
Cuatro victorias, un empate, dos derrotas y tan sólo tres meses después, Víctor Valdés y el FC Barcelona volvieron a separar sus caminos: "Tenía una metodología muy marcada, aunque el Barça buscaba transmitirnos los valores del 'Més que un club' y Víctor buscaba algo más profesional. Ahí fue donde chocaron un poco las dos partes". Llama la atención que, de entre los más de 25 jugadores a los que entrenó en su etapa en el equipo culé, sólo uno haya querido hablar. El resto, o no han contestado, o si lo han hecho ha sido a través de emoticonos.
Arnau Solà lo define como "especial, muy especial, y, a la vez, leal a su metodología", una que buscó imponer en la Ciudad Condal y que, a ojos de muchos, pasó a ser el desencadenante de un declive que se pronunció y agudizó en el Horta, en la que fue su última temporada (2020/21) bajo la soledad propia de los banquillos.
Víctor Valdés, sobre su pasado en el Barça, a los jugadores del Horta
«Nos decía que había sufrido tanto el fútbol de posesión del Barça como iniciador de juego, con Piqué y Puyol abiertos, que lo que él buscaba era un juego más directo y vertical. Se definía a sí mismo como un rockero y quería rock and roll. Daba la sensación de que, pese a ser una etapa dorada para el Barça, él no la había disfrutado, como si no tuviera buen recuerdo. Nos dijo que conoció el fútbol de verdad en la Premier League, en el Middlesbrough, no en el Barça»
El último baile fue el más convulso. Seis meses para el olvido. Víctor Valdés, en una doble función que combinaba las tareas de entrenador y director deportivo de la Unión Atlética Horta, equipo de Barcelona de la Tercera División, fue el encargado de llamar personalmente a todos aquellos futbolistas que encajasen en su proyecto. De la mano del presidente, no sólo invirtió dinero. También tiempo y esfuerzo humano, con algún que otro susto: "No había fichado nunca, no sabía cómo hacerlo y muchos agentes intentaron colársela". Pese a su inexperiencia, varios de los relatos del Horta también inciden en su generosidad: "Me subió el sueldo 100€ por teléfono antes de que nos conociésemos personalmente, quería que los tres futbolistas que había fichado de una tacada cobrásemos lo mismo". Con los porteros, pretendía cerciorarse de la calidad de los guantes: "Se acercó a mí y me preguntó si tenía guantes. Le respondí que sí, que utilizaba los más viejos para entrenar y los otros para los partidos. Me trajo unos nuevos y a muchos les regaló plantillas porque no se las podían costear".
«Echó a dos jugadores y a su cuerpo técnico; parecía un draft»
En los seis meses en los que estuvo en el Horta, alrededor de "50 jugadores y 12 porteros pasaron por el equipo", y es que Víctor Valdés "no hacía contrato a los futbolistas hasta que estuviese convencido". Prefería que pasasen por un periodo de prueba que le ayudaba a tomar una decisión final: "Corres el riesgo de lesionarte y de quedarte sin nada, pero accedes porque es Valdés".
"Extraño", "peculiar", "ambiguo, "raro" y "bipolar" son algunos de los términos que los futbolistas del Horta emplean para enmarcar su personalidad dentro del vestuario en los más de seis meses de convivencia: "Había días en los que llegaba y tenía ganas de entrenar, y otros en los que parecía que no estaba, porque se sentaba en el banquillo y dirigía la sesión su segundo". Aquella semana en la que no se personó en los entrenamientos, los jugadores llegaron a pensar que "estaba participando en Mask Singer" (un programa de televisión en el que personajes famosos actúan sin destapar su identidad), y es que "se corrió el rumor en Twitter, nadie sabía nada sobre él y lo que iban desvelando encajaba con su pasado".
Otros testimonios coinciden en que "la plantilla tenía sobreinformación", porque Víctor Valdés utilizó "formaciones que no conocíamos" y explicaba el fútbol como "una partida de ajedrez en la que los tres centrales eran los peones; los carrileros, las torres; el centrocampista defensivo y el delantero, el rey y la reina; y los interiores o extremos, los alfiles". De carácter "reservado", el vestuario reclamó "más comunicación en numerosas ocasiones", pero la sensación que el exportero transmitía era la de haber perdido las ganas: "Parecía que había perdido la ilusión, como si se hubiese dado cuenta de que entrenar no era lo suyo, que no era como se lo imaginaba".
«El trato con la plantilla fue nefasto»
Las diferencias con algunos integrantes de la plantilla del Horta en la temporada 20/21 fueron cada vez más evidentes. Sin embargo, esos rifirrafes se hicieron extensibles a trabajadores del club como Juanito, el utillero, un fisioterapeuta o el delegado del equipo. En esos días en los que todo parecía molestarle, "se sentaba en una esquina con el móvil" y no prestaba atención al entrenamiento.
Víctor Valdés y sus diferencias con algunos trabajadores del Horta
«El utillero del equipo, Juanito, es discapacitado. En una ocasión Víctor nos preparó un circuito con conos. Él pensó que ya habíamos terminado y empezó a recoger los conos. Valdés se dio cuenta de que los estaba recogiendo, se enfadó muchísimo y le dijo que a ver qué estaba haciendo. No le volvió a dejar salir a los entrenamientos y Juanito se fue cabizbajo, medio llorando. También creía que un fisio del equipo conspiraba contra él y tuvo problemas con el delegado del equipo. Discutieron varias veces».
"Estábamos entrenando por la mañana y en la grada había un técnico de vídeo y sonido de la instalación. Paró el entreno, gritó al hombre que estaba en la grada, que además estaba hablando por teléfono, y le increpó: 'qué haces tú ahí si es un entrenamiento a puerta cerrada'. Le mandó irse. Claro, nosotros estábamos flipando y no entendíamos nada. Era un entrenamiento de un equipo de Tercera División catalana, no del Madrid o del Barça", relatan.
Su salida llenó de problemas al Horta: "Las fichas eran altísimas; tanto, que los futbolistas vivían de eso y no suele ser lo normal en Tercera División". El presidente del equipo "tuvo que hacer un esfuerzo grande" para asumirlas y solventar todos los quebraderos de cabeza que derivaron de la marcha del catalán: "En invierno se fue más de media plantilla".
La aventura en el Horta de Valdés duró poco más de medio año. En total, 231 días de subidas y bajadas en los que la plantilla del conjunto catalán se sintió "inestable", ya que "parecía que en cualquier momento te tocaba marcharte a ti". Lo que empezó como un torrente de savia fresca en el banquillo del Juvenil del Moratalaz, concluyó con el cartel de crónica de un desastre anticipado en el Horta. Y tan sólo tres años separan una versión de la otra. Desde el 14 de enero de 2021, nada saben los banquillos sobre Víctor, su método Futtack (una especie de tablero en el que refleja prácticamente todas las acciones del juego) y su concepción del fútbol como una partida de ajedrez. "No hay buenas anécdotas, porque no conocimos a la persona, sino al personaje", relatan las voces del Horta, mientras esbozan la última línea de un retrato sin terminar.
Fuente: relevo.com
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